Hoy quiero compartir con ustedes un nuevo post, en este caso sobre un tema muy interesante que no todos los profesionales conocen en profundidad.

Hablamos de “ultracavitación” cuando se emplea una onda ultrasónica de frecuencia baja, selectiva, cuyo valor suele oscilar entre 25 y 50 KHz, siendo 40 KHz (o valores cercanos) lo más habitual en los equipos actuales. Su utilización está indicada en zonas de adiposidad localizada debido a su gran poder lipoclásico, derivado de una acción concentrada en el tejido adiposo profundo. El resultado que se obtiene es una verdadera destrucción in situ de las células grasas de la zona tratada.

Un error muy frecuente entre los profesionales es pensar que este acentuado efecto sobre el panículo adiposo se basa en una mayor potencia de trabajo (o para decirlo correctamente, en una mayor dosis, la cual se mide en W/cm²), cuando en realidad utilizamos una dosis similar a aquella que acompaña a la realización de sonoterapia convencional.

Entonces… ¿cuál es el secreto? La respuesta es clara y concreta: el efecto necrótico propio de la ultracavitación está determinado principalmente por su valor de frecuencia, que además de facilitar una gran profundidad de acción permite una mayor capacidad de expansión y compresión intratisular, con elevado daño mecánico, lo que le otorga a esta modalidad terapéutica una importante selectividad por tejidos densos, respetando además la integridad vascular en la zona bajo tratamiento.

Así de simple: conocer antes de aplicar.

Lic. Fernando Ficetti – MP 3311