Te presentamos una nueva entrada en nuestro blog, en la que se desmitifican con argumentación algunos conceptos erróneos que suelen impedir a los profesionales tomar determinaciones certeras y elaborar correctamente sus planes de trabajo, en base a la evaluación del paciente y a sus requerimientos específicos. En épocas en las que pareciera que «más es siempre mejor», yo me inclino por otra postura: «más no siempre es mejor». Hay demasiada información sesgada comercialmente, y muy poca argumentación para muchos de los protocolos y combinaciones que se sugieren en la actualidad, sobre todo en lo que respecta al uso de aparatología. En esta nueva entrada del blog haré hincapié en algunos ejemplos prácticos.

El primero de los ejemplos en el cual deseo centrarme hace referencia al uso de agentes físicos con fines reductores en pacientes con adiposidad localizada. Para ello contamos con diferentes alternativas: aplicación de frío sostenido mediante criolipólisis, ultrasonidos a frecuencia selectiva en valores cercanos a 40 KHz (ultracavitación), sonoterapia convencional de 3 Mhz, hipertermia local mediante radiofrecuencia, entre otras. En la práctica es frecuente ver cómo los profesionales del sector utilizan indistintamente unas u otras variantes, incluso a veces combinadas, sin tener conocimiento sobre los efectos colaterales que pueden acompañar el uso de estas modalidades terapéuticas y sin tener un criterio firme para estas elecciones. Toda energía que se aplica al cuerpo humano es capaz de provocar en los tejidos efectos biológicos y debemos conocerlos a la perfección para que nuestro accionar origine el resultado buscado, sin daño ni riesgo para quien recibe el tratamiento.

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